Emprender en juventud
A partir de este dato se pueden extraer varias conclusiones de interés. En primer lugar, a pesar de la crisis, el número de emprendedores extranjeros cualificados con titulación universitaria no ha caído en exceso, aunque sí se ha visto reducido. Otro asunto es que el emprendedor extranjero está más dispuesto a asumir riesgos que el emprendedor patrio, puede que por contar con una mayor cultura por el emprendimiento.
Quizá esto pueda deberse a que el emprendedor no foráneo viene a España con la experiencia de haber emprendido sin éxito en su país de origen. No son precisamente pocos los casos de profesionales que han fundado startups en España tras apostar por ideas parecidas en su país de origen sin tener demasiado éxito.
La cultura del emprendedor español no pasa por su momento más brillante, sobre todo en lo que a startups vinculadas a profesionales con formación académica respecta. Que el número de emprendedores con contacto con la universidad esté por debajo del diez por ciento demuestra el escaso interés que existe por la fundación de empresas y la gestión de proyectos. Una lástima en un difícil momento cuando se necesita más que nunca la creación de empresas.
A menor número de emprendedores, independientemente de su origen, menor número de proyectos que puedan crear empleo. La inversión en Startups en España es prácticamente inexistente en comparación al alto número de proyectos que están naciendo, y los inversores extranjeros se lo piensan dos y tres veces antes de introducir dinero en proyectos nacionales que no hayan contado con al menos 2 rondas de inversión nacionales. Y eso que el capital extranjero fue el más destacable en la bolsa durante el 2011.
Por último, el hecho de que el porcentaje de emprendedores españoles con titulación universitaria sea tan extremadamente reducido refleja que la cultura del emprendedor no está expandida en el panorama académico, que sigue alejado del mundo de la empresa en el momento cuando más necesita generar profesionales capaces de enfrentarse a la guerra profesional.
Tenemos pocos emprendedores, los que se atreven encuentran oportunidades de negocio mínimas y, para colmo, no tienen el apoyo suficiente de quienes deben tender la mano en estos casos (instituciones). Muchas cosas tienen que cambiar.