La importancia de asumir riesgos como emprendedor
En esto de emprender solo se crece si estamos constantemente probando cosas nuevas y para ello se debe tener la valentía suficiente a la hora de asumir riesgos. Quien no arriesga, quien no apuesta por lo nuevo, se queda atrás con su proyecto y corre el riesgo de perder fuelle, de ser adelantado por la competencia.
Estar siempre un paso por delante de los competidores no es sencillo, pero para conseguirlo debemos saber arriesgar, hacer aquello que no está al alcance de otros. Todo emprendedor debe tener lo que yo llamo un espíritu preparado para enfrentarse a paredes aparentemente infranqueables.
Para ser capaz de arriesgar sin exponer demasiado el proyecto, se deben tener en cuenta diferentes factores. Mi primera recomendación es toda acción que se realice vinculada a un proyecto con cierto riesgo se lleve a cabo con una planificación real por detrás. Organizar lo es todo.
Los impulsos ayudan a veces a conseguir éxitos, pero también sirven para lograr nefastos fracasos. Incluso cuando una intuición nos lleva por un derrotero inexplorado, debemos pararnos unos segundos a pensar cómo podemos ejecutar la idea para maximizar su posible buen funcionamiento.
Además de planificar, otro punto que debemos estudiar es la velocidad de reacción que tendrá la competencia para adaptarse a nuestro último invento. Estamos en un sector extremadamente competitivo donde las "adaptaciones" (o copias, todo sea dicho) son un común denominador en el entorno competitivo.
Debemos asegurarnos de que nuestro concepto cuenta con un elemento único que lo diferencie del resto y lo coloque claramente por encima. En ocasiones, este elemento diferenciador puede ser simplemente una mejor atención al cliente. un servicio mucho más personalizado para todos los implicados.
Eso sí, antes de asumir cualquier riesgo es necesario trazar un plan de escape por si se produce la situación que nadie desea: el fracaso del proyecto. La situación se puede combatir siendo previsores y planteando un escenario en el que las cosas no hayan salido como estaban previstas. Saber tolerar un fracaso salva proyectos.
La labor de todo emprendedor es no quedarse quieto en ninguna circunstancia, detectar siempre nuevas oportunidades y cazarlas al vuelo para aplicarlas sobre su proyecto. En este ámbito es donde entra el riesgo, que debe ser más un amigo que un enemigo, y donde el sentido común tiene que funcionar como la norma básica de actuación.