Redes sociales, tecnología y catástrofes naturales
La naturaleza es hasta cierto punto impredecible, pues nos sorprende con hitos bellos estudiados por la ciencia como la fotosíntesis, pero también con catástrofes que destrozan países como terremotos y tsunamis. La relativa ventaja que tenemos los seres humanos sobre la madre naturaleza es que nosotros también podemos llegar a ser impredecibles en según que circunstancias y nos adaptamos prácticamente a todo, reaccionando de forma inmediata.
¿Quién podría imaginar hace dos décadas que un terremoto sería narrado a través de Internet, a miles de kilómetros de distancia a todo el globo, por los propios afectados? Algo impensable y solo ligado a los medios de comunicación y al concepto de conexiones y enviados especiales, que con el periodismo ciudadano parece haberse quedado obsoleto.
Con los terremotos de Haití y de Chile ha quedado demostrado que la red es un gran soporte para dar a conocer información de primera mano. Los protagonistas en este caso no fueron los periodistas que emitían sus crónicas audiovisuales en televisión, sino las millones de personas anónimas que durante el suceso subían imágenes a Flickr, colgaban micromensajes en Twitter o comentaban lo que estaba ocurriendo por Facebook.
La misma Google, a la que otros golpean sin cesar por sus prácticas empresariales, ha lanzado una aplicación para localizar personas desaparecidas durante el terremoto. Con este software podemos ofrecer datos sobre alguna persona que hayamos visto tras el terremoto o solicitar información en caso de que la necesitemos. Las tecnologías al servicio de la sociedad de la información y los ciudadanos.
Incluso la U.S. Geological Survey de EE UU ha iniciado un proyecto llamado Twitter Earthquake Detection que pretende estudiar las reacciones de las personas ante terremotos a través de las redes sociales para definir patrones de comportamiento y analizar las situaciones de cara a mejorar la respuesta de los servicios públicos de ayuda tanto nacionales como internacionales.
Más allá de los servicios que la tecnología pueda brindar a las personas para consultar información sobre catástrofes naturales, lo que verdaderamente importa en estos casos es la reacción del público. La información ya no sale de las redacciones de los periódicos, sino de las comunidades de afectados instaladas en las redes sociales de Internet. ¿Es este el periodismo ciudadano -de sucesos- del que tanto se ha hablado durante los últimos años?