Mal pensado y respuesta errónea: el IVA de los e-books
Hoy voy a combinar dos temáticas sobre las que he hablado con anterioridad en el blog: el comercio electrónico y los e-books. Sin duda, son dos tendencias a tener en cuenta en los negocios de Internet, especialmente porque habitúan a combinarse entre sí de forma muy positiva y crean ideas de negocio efectivas.
De la venta de libros en formato tradicional en tiendas se ha pasado a la venta de libros en papel a través de Internet y a la descarga de libros en formato digital previo pago. La cultura, en su concepto más pulcro, debe ser un bien de todos. Y en efecto, en el plano físico lo es gracias a la existencia de eventos municipales, bibliotecas públicas y otras acciones.
Sin embargo, parece que en Internet la cultura en general y los libros en particular no encuentran la misma consideración que en el "mundo tradicional". Se ha confirmado que los libros electrónicos no se verán beneficiados de un gravamen especial como sí sucede con los libros en papel, por lo que contarán con un IVA del 16 por ciento (del tipo general).
Me sorprende la decisión por dos razones. La primera, que los libros tradicionales se ajustan al IVA del 4 por ciento. La Ministra de Cultura, González Sinde, anotó en diciembre que los libros electrónicos se iban a ajustar al mismo IVA que los tradicionales. Parece que esto no será así y que, de nuevo, la política tendrá que lidiar con un lobby de presión.
La segunda razón es que chico favor realiza a la industria cultural que los libros electrónicos no presenten las mismas ventajas fiscales que los libros tradicionales. Para empezar, difícilmente vamos a potenciar así la venta de e-books, que están comenzando a dar sus primeros pasos en el sector empresarial. Si captar consumidores es complicado por la brecha digital, hacerlo con precios más elevados es ya casi imposible.
Lo cierto es que existen grandes plataformas de venta de e-books en Internet, como sucede con Bubok, y casos de éxito incuestionables como el Kindle de Amazon, pero todavía queda mucho camino por delante y en España se presentan curvas sinuosas durante el recorrido. Solo espero que la presión de editoriales digitales e interesados dé sus frutos.
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