Contaminar, Contaminando, Contaminado
Hoy he recordado cuando comités olímpicos nacionales, entrenadores y deportistas de diferentes países mostraban su preocupación por la alta polución pequinesa, que, según algunos expertos, podría haber impedido la consecución de récords mundiales en disciplinas de resistencia como el maratón, que exigen un gran y prolongado consumo de oxígeno por parte de los atletas.
He recordado también cómo Pekín se puso las pilas y aseguró que la ciudad estaría lista a las 8 de la tarde del día 8 del mes 8 del año 2008 para el comienzo de las Olimpiadas. Y así fue. Aparte de la batalla a brazo partido para hacerse con la primera posición en el medallero, los organizadores estuvieron durante mucho tiempo inmersos en otra contienda bien distinta y que iba a resultar tanto o más difícil que la primera: barrer la contaminación que cubre continuamente la capital china. Y en unos meses la concentración de monóxido de carbono se redujo en un 15% con respecto al verano anterior, el dióxido de nitrógeno bajó un 27% y las partículas en suspensión disminuyeron un 24%.
Todo esto viene porque hace unos días paseaba por Madrid y, aunque como siempre pensando en mis miles de cosas, me di cuenta de lo contaminada que está la ciudad. Y he leído en la prensa que Madrid ha respirado este verano uno de los peores aires de su historia: ha superado 68 veces los niveles de ozono aceptables. El año pasado se sobrepasó el límite en 6 ocasiones y ya era preocupante... Eso sí, 2003 sigue siendo el annus horribilis con 364 episodios de superación del nivel de ozono en toda la región.
Se supone que estos datos tendrían que hacernos pensar un poco, que no sólo el tabaco es malo para nuestros pulmones; por todos es sabido que también este contaminante afecta a nuestra capacidad respiratoria, y mucho. Pero... quien deje el coche en casa para ir a trabajar o, en su caso, quien lleve a 4 personas en el coche y conduzca a 50km/h por la ciudad sin apurar demasiado las marchas... que tire la primera piedra. Quizás con eso podríamos volver a los niveles de ozono que teníamos antes de 1980, buenos tiempos para los que queremos vivir unos años más sin necesitar una botella de oxígeno como animal de compañía.