Los éxitos del deporte demuestran que invertir en educación siempre es rentable
Casi 20 años hace ya desde la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, un evento que supuso una grandísima inversión para todo el país en general y para la ciudad condal en particular. Lo que allí sucedió transformó a España en un producto cultural y turístico con futuro, porque las competiciones deportivas internacionales son mucho más que deporte.
Un evento de estas características como el mundial de fútbol que ahora se celebra en Sudáfrica 2010, supone, en efecto, una inversión titánica para un país que tiene la falsa idea de poder recuperarla poco a poco con el advenimiento de turistas obtenidos por la promoción, pero también un salto en cuanto a la promoción de la cultura del deporte, que se expande a través de los medios de comunicación y llega a los más pequeños de la casa. El problema en este caso es que se han construido estadios de fútbol en ciudades donde entrarán directamente en déficit y muchas de las instalaciones serán abandonadas al poco de terminar el mundial 2010.
Los sueños de convertirse en deportistas de élite llegan a la mente de cualquier niño o niña de temprana edad, pero son pocos los que finalmente siguen con esta convicción firme y logran su objetivo. Gracias a la fabricación de esta ilusión, a la creación de una educación deportiva con valores de calidad promovida a través de las Olimpiadas, España está donde se encuentra hoy en el mundo del deporte.
Y no solo disfrutamos de una Selección de fútbol que está a punto de conquistar el Mundial de Sudáfrica, sino también de un Rafa Nadal campeón de Wimbledon y número 1 del ranking ATP, de un Pau Gasol que conquista Estados Unidos con su juego en el baloncesto, de un Alberto Contador capaz de agilizar sus movimientos de ciclista para conquistar el Tour de Francia, de un Fernando Alonso motorizado e internacional, y así un larguísimo etcétera de deportistas en todos los campos cómo motociclismo, balonmano, etc, etc.
La inversión en deporte realizada antes y durante el año 1992 da ahora sus frutos, casi dos décadas después, cuando el deporte español se encuentra en la élite del panorama internacional. Somos referentes en muchos campos que jugamos en el interior del país e influyentes en otros muchos que teóricamente no son tan comunes. Vivimos una época dorada del deporte español, que por primera vez en su historia ve confluir títulos de diferentes ramas.
Alguno que otro opina que el éxito de España en el Mundial de fútbol no es más que una grata ayuda para la clase política, que arranca el verano con cierta tranquilidad mediática, pues los españoles parecen haber olvidado la crisis económica. Sin embargo, la euforia post-mundial no durará mucho y todo volverá a su cauce la próxima semana. El deporte es mucho más que una tapadera para evadir temas molestos, es un cohesionador temporal de la sociedad donde todos somos uno.
Del deporte viven profesionales de numerosos campos, desde la medicina deportiva hasta la construcción de instalaciones, pasando por la publicidad de grandes marcas, las relaciones públicas y la hostelería, por lo que el deporte puede ser considerado un indicador económico más. Quizás ahora, antes estos éxitos, muchos entiendan la inversión realizada en aquella España de 1992.
Esto demuestra que una fuerte inversión en educación, sea el campo que sea, provoca a medio plazo unos resultados positivos muy claros en la sociedad y sin duda resulta muy rentable económicamente. Invertir en educación debe ser siempre lo más importante.